Late Bloomer
- Rossy Marmolejos
- May 10, 2019
- 5 min read
En buen dominicano un late bloomer es “el quedao” o “la quedá”. Es aquel que no se desarrolló físicamente al mismo tiempo que todos los demás en la transición niñez – adolescencia. En Estados Unidos, la frase es comúnmente usada para referirse a aquel grupo de personas que “se pusieron bonitos” en su adolescencia después que todos habían llegado a ese punto.
En mi caso particular creo que he sido una late bloomer para TODO en la vida. Desde mi apariencia, vida amorosa hasta para cosas cotidianas; no iba a la par con mis compañeros de curso ni a mis amigas.
Desde niña mi mejor amiga es mi hermana. Recuerdo que al sonar la campana, además de tener que buscarla porque era quien repartía el dinero para la merienda en el recreo, compartía con ella y sus amigas casi todo el tiempo. Mi hermana me llevaba dos cursos, o sea que ya en 8vo me llevaba la primicia de qué sería mi vida o qué me esperaba en 2do bachillerato.
Desde muy temprana edad me tomé muy a pecho el aprender de los errores de los demás. ¡QUÉ ERROR!
Hoy hablaremos justo de eso: Cómo una decisión basada en pensamientos irracionales nos llevan a vivir una vida a medias.
Sé que mi hermana y sus amigas confiaban en mí y por eso hablaban libremente de sus noviecitos, los problemas en la casa, cómo les afectaba la carga académica con todas las tareas y creo que eso hizo que me enfocara aún más en mis estudios para “evitar” el sufrimiento (eminente) en mis días de colegiada (que luego se traspalaría a mis días de universitaria).
Tampoco es como si fuera extraterrestre en mi curso, yo tenía una vida social normal (hasta llegué a ser presidenta en dos ocasiones). Tenía amistades muy cercanas que creo que se lograron afianzar una vez mi hermana se graduó y tuve que bandeármelas yo sola. Pero volviendo al tema, como en casa no nos veían como separadas, las mismas reglas y libertades que se aplicaban a mi hermana mayor eran aplicadas a mí. Así que claro, las cosas le pasaban primero a ella; veía como mis padres reaccionaban o actuaban o la regañaban y sin intención de hacerlo (no inconscientemente porque sería utilizar mal el término), yo evitaba hacer esas cosas que hacían enojar a mis padres.
Empecé a vivir una vida aprendiendo de los errores de los demás…
Pero, ¿Pa' cuándo mis errores?
Les cuento... Recuerdo que en mi adolescencia fuimos a lo que era el complejo de Hoteles Barceló. Ahí nos quedamos un fin de semana con una tía/prima muy allegada a nosotros. En fin, no sé cómo, una cosa llevó a la otra y mi hermana y yo nos encontrábamos manejando un carrito de golf. No sé por qué razón estábamos en las afueras del complejo (ya que el esposo de mi tía era un ejecutivo, vivían cerca de lo era Bávaro Beach) e íbamos entrando al Hotel. Viene un autobús con pasajeros y yo me PANIQUIÉ. Traté de mover el carrito de golf poco hacia la derecha y casi terminamos en una laguna. Esa experiencia (aunque hoy me ría de ella) mas un accidente de tránsito en el que casi pierdo la vida junto con mis hermanos, me marcaron para no querer tener en mis manos un timón nunca más.

Pero claro, viviendo en Santo Domingo por 10 años, poder llevar una vida social, trabajar, ir al gym, hacer diligencias se estaba haciendo difícil todo eso A PIE' sin el apoyo que tenía. Así que me vi forzada a perder el miedo. A mis 30 fue cuando saqué mi licencia, tuve mi primer carro y hasta manejé en carretera por primera vez… ¿No les parece un poco “tarde”? Porque yo entiendo que si JAJAJA hasta mis primitos de 16 y 15 años ya estaban manejando ¿Y yo? PSAAA en mi burbuja.
A esto me refería con que he sido una Late Bloomer. Al analizar muchas de las experiencias en mi vida, donde estaba experimentando vivencias/sentimientos/desilusiones a mis 28, 29, 30; eran cosas que debí vivir HACE TIEMPO, pero YO no me exponía por miedo. Miedo a quedar de ridícula, a estar vulnerable, a que me hieran, miedo y vergüenza al "qué dirán", o simplemente un miedo paralizante porque había absorbido todas las experiencias de otros de manera personal y a pecho. No se imaginan las incontables situaciones en las que no “hice nada” por no decir si, o por decir no. A mis 31 puedo decir que he llegado a la conclusión de que por miedo, he vivido por mucho tiempo una vida a medias.
Para que entiendan mi nivel de tomármelo personal, estaba viendo una serie en Netflix llamada “Bodyguard” (MUY APERA, si no la han visto y tienen pensado verla SPOILER ALERT por acá), yo muy entrenida viendo mi serie, no es el tipo de serie que de primer vistazo elegiría ver, pero ahí me encontraba yo viendo a este jevo que es DURISIMO seleccionado para ser guardaespaldas de la Primera Ministra (o Presidenta en nuestro modelo político), el caso es que ellos se involucran románticamente y en un atentado terrorista matan a la Primera Ministra ¡OMAIGA! Ya. Eso fue suficiente para yo no querer seguir viendo la serie que por cierto sólo lleva una temporada en Netflix de 6 capítulos jajaja (Si, por eso dejé de ver MUCHAS series incluída Grey’s Anatomy) porque, ¿Con qué fin uno ve una serie? ¿Para qué me maten a los protagonistas? No, ombe no…
Pero luego de analizarme, ver como yo asumía cargas innecesarias en otros aspectos de mi vida, veía un patrón. Me tomo las cosas demasiado a pecho, y eso ya me estaba afectando mucho. Hablando con mi terapeuta en medio de una sesión, reflexionamos en el hecho de que es normal que sintamos frustración en un momento pero la clave está en no detenernos ahí. La vida continua, y nosotros debemos hacer lo mismo: continuar.
Empecé a leer un libro llamado “The Subtle Art Of Not Giving A Fuck” escrito por Mark Manson. Si, ya por el título o te llama la atención de una vez o te niegas a leerlo.
Yo decidí leerlo (ya pronto haré un resumen de lo que me llevo de él). Es una guía contra-intuitiva de cómo vivir “una buena vida”. Al empezar a leerlo me di cuenta en que el libro se basa en NO TOMAR LAS COSAS A PECHO: Ahí la clave para vivir bien. Esto lo dice un hombre que un día despertó, dejó su trabajo con sueldo fijo y se mudó a Sudamérica a vivir su sueño de escribir y vivir “una buena vida”, ya el ejemplar lleva más de 3 millones de copias vendidas sin contar el audiolibro que puedes escucharlo gratis aquellos que tienen Amazon Prime.
El caso es (para ir amarrando este asunto), en el modelo de vida actual en donde #SEAFELI es mi mantra, he llegado a la conclusión de que la felicidad es un estado que debe verse de manera holística, me explico: verla tanto en sus partes como en un todo, que a pesar de que experimentemos cosas negativas, siempre hay una razón por la cual estar agradecidos y ser feliz; me he dado cuenta que la vida no es lineal, que es mejor vivir sin atajos, permitirnos sentir dolor y aprender de él, que está bien cometer errores, que equivocarnos también es parte del plan y que es necesario vivir situaciones intensas para que toooooodo lo mencionado nos marque, nos haga únicos y que VIVAMOS.
Mi deseo hoy es que se queden con lo siguiente: Elijan bien sus batallas, elijan bien qué tomarse a pecho y qué cosas no, porque la vida es ahora y cada día nos acercamos más a nuestro fin. Que dejemos un legado de que VIVIMOS a plenitud, no a medias, llenos de rencor, apegándonos a lo material, un alma llena de dolor y heridas sin sanar… Sino que vivamos con la perspectiva de que todo lo que nos pasa, nos pasa para nuestro bien, para que aprendamos de ello y no seamos iguales; reinventándonos cada día, creando la mejor versión de nosotros mismos.
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